Jardines a la medida de tu cuerpo

A propósito de la manera en que cada quien hace suyo el significado de un libro, y además le da los usos que necesite, recibi esta carta de la artista Marcela Lobo. Y me alegra que haya podido así servirle:

Hola Alberto: Soy Marcela Lobo, nos conocimos el martes en la Subasta de Arteria 28, bueno pues eso de escribirle algo a un escritor es realmente atrevido pero voy a tratar de contarte lo mejor que pueda mi historia con Los jardines secretos de Mogador :
Bueno la felicidad empezó cuando Graciela de la Torre supo que nos íbamos a Marruecos. Me recomendó tu libro Los jardines secretos de Mogador, que compré ese mismo día y empecé a leer de inmediato. Así que en ese momento abandoné la pintura, el barro, la vida cotidiana y todo lo que me pudiera distraer de él. Ya me había ido a Mogador con todo y tu libro. Lo leí y lo releí con mucho cuidado y en mi cabeza fui organizando lo que seguiría. Corté pétalos de algunas flores, tréboles y hojas diferentes, las puse como cuando era niña en papel secante adentro de un gran libro y arriba muchos libros más para que se plancharan. Todos los días pasaba por la torre de libros y pensaba :¿Cuánto tiempo se tardarán en secar mis flores y en quedar planitas?
Mientras, me entretuve en fotocopiar los versos, volverlos a leer, les hice un marquito y los recorte muy derechitos, puse cada uno en un sobre y adentro de cada sobre fui poniendo cosas diferentes para hacer las pistas y que en nuestro viaje a Marruecos, en cada lugar diferente al que iríamos mi marido pudiera encontrar “el jardín secreto”: llegar a mí.
En un sobre puse estrellas de esas que nos ponían cuando éramos niños en la escuela si te portabas bien, unas más chicas, otras más grandes y ya en el lugar la iba pegando por el suelo, subía por las paredes, bajaba, daba una vuelta, se escondían un poco y así hasta que llegara al sobrecito cerrado con el verso y entonces lo disfrutábamos leyéndolo juntos. Él no sabía de donde había yo sacado esos versos tan maravilloso y siempre me preguntaba… pero eso lo sabría hasta el último sobre.
Otra pista era hecha con chaquiras que fue siguiendo desde la calle. Con esa pista se tardó un poco más pues se le perdía el rastro, otra fue con hojas secas que nos llevaron hasta el Hammam, con flechas recortadas del periódico que pasaban por enmedio del Riad. Un mesero le llevaba un refresco y el principio de la pista y así hasta agotar los versos y el viaje.
El día de su cumpleaños abrió el último sobre que contenía tu libro, en cada jardín secreto tenía flores secas pegadas (las que sequé en la torre de libros) para que nunca pierda el rumbo y siempre encuentre el camino para llegar a mí.
Esta es la historia y lo más curioso es que llegamos a Marrakech una noche y al día siguiente empezamos el viaje por Essaouira antiguamente llamado Mogador. Yo temblaba de la emoción cundo lo recorrimos, con sus colores azules, el mar, su puerto amurallado.
Así que te quiero agradecer lo místico y maravilloso que hiciste nuestro viaje a Marruecos, que disfrutamos enormemente.
Siempre supe que un día te lo iba a contar y ya lo hice.
Me encantó conocerte y espero me invites a la presentación de tu próximo libro. Me gusta muchísimo como escribes y nos veremos pronto, estoy segura.
Un beso
Marcela