LECTURA DE LOS NOMBRES DEL AIRE con SASHA SOKOL


LA ACTRIZ Y CANTANTE 
SASHA SOKOL 
REALIZARÁ EN BELLAS ARTES UNA LECTURA DE 
LOS NOMBRES DEL AIRE,
CON ALBERTO RUY SÁNCHEZ,  PARA CELEBRAR LOS 30 AÑOS DE LA PRIMERA EDICIÓN DEL LIBRO Y 30 DE HABER RECIBIDO EL PREMIO XAVIER VILLAURRUTIA. SERÁ COMENTADO POR 
RICARDO CAYUELA, DIRECTOR DE LA ACTUAL CASA EDITORIAL DEL LIBRO, ALFAGUARA. 

SE LLEVARÁ A CABO EL MARTES 29 DE AGOSTO, EN LA SALA MANUEL M. PONCE, A LAS 19 HORAS. 

En el 2017 se cumplen 30 años desde la primera edición, en la editorial Joaquín Mortiz, de Los nombres del aire. Después de haber sido rechazado por diez editoriales, ese mismo año recibió el Premio Xavier Villaurrutia y no ha dejado de reimprimirse. En diferentes formatos y regiones, se suman 33 ediciones, sin contar versiones en otras lenguas. Se ha publicado en serbio, vietnamita, turco, japonés, árabe, francés, inglés e italiano. Hay una versión del libro ilustrada con caligrafías del gran artista iraquí Hassan Massoudy, que luego han sido retomadas como tatuajes por varias mujeres y hombres, formando así una edición sobre la piel de sus lectoras y algunos lectores.

El libro fue presentado por primera vez en marzo de 1987 en la Librería Francesa por Álvaro Mutis y Antonio Alatorre. Mutis declaró que "por su estructura en espiral y su historia de erotismo osado y sutil al mismo tiempo es una hazaña literaria"; y el lingüista Alatorre que era "la más singular valoración de nuestra lengua en la dimensión que ésta adquirió de la cultura árabigo andalusí y que sigue cotidianamente viva".  En esa presentación, una joven en el público se levantó para decir: "Gracias a este libro encontré las palabras que necesitaba para decirle a quien amo mi deseo." 
La escritora marroquí, Oumama Aouad, escribió: "Ruy Sánchez ha sabido evitar los escollos de la mirada masculina sobre la mujer, y especialmente sobre la mujer árabe. Las mujeres en la obra de Ruy Sánchez son mujeres que desean desde antes de ser deseadas." Su traductora al árabe, Fatiha Ben Labbah: "En Los nombres del aire, la lectura de las bellas páginas sobre el baño público, el hammam, despertaron en mí el deseo de ir de nuevo al hammam después de muchos años. Fui y tuve la impresión de redescubrirlo." También norafricana, Fatima Zohra Larbi escribió: "Estamos, no cabe duda, ante un narrador que hace renacer el viejo placer de contar historias. Pero que, a las mujeres, parece hablarnos al oído".  Y relató que "Luce López-Baralt, la autora erudita de Huellas del Islam en la literatura española y editora de Un Kamasutra español, señaló todo el conocimiento de la literatura árabe clásica que se encuentra discretamente implícito en las novelas de Alberto Ruy Sánchez, sin ostentación alguna ni estorbar al placer inmediato de la lectura." 
La investigadora norteamericana Rhonda Dahl Buchanan, también su traductora, opinó que: "Ruy Sánchez explora las infinitas formas del deseo a través de una "prosa de intensidades", una narrativa de ruptura que debe mucho a la poesía, la música, las artes plásticas, la arquitectura y el diseño."
El poeta francés Claude Michel Cluny: "Hay en Alberto Ruy Sánchez un raro clasicismo, una escritura que él sabe hacernos clara, tan pura como para revelarnos, casi soñando, los secretos de nuestros sueños. Para situar el clima de este arte hecho de transparencia y sensualidad es necesario citar Les filles du feu de Gerard de Nerval. Esta es una coreografía del deseo." Mucho antes, la coreógrafa Tatiana Zugazagoitia compuso y danzó el espectáculo premiado y representado en varios países: Tardes de Mogador, en el que Rita Guerrero cantaba una antigua canción mozárabe. 
            Mónica Lavín, concluye: "Después de Alberto Ruy Sánchez ya no podemos vivir sin Mogador. Él lo puso en nuestro camino. Le dio callejuelas y temperatura, el color de la tarde, el bullicio y el secreto. Él construyó una ciudad literaria: la ciudad del deseo. En Mogador se encuentran y se pierden los amantes, el tiempo está de su lado y corre a su manera."

            Los nombres del aire fue el inicio de un ciclo de exploración del deseo que se convirtió en cinco libros experimentales, de formas diversas y géneros anfibios, que incluyó entrevistas con muchas mujeres a lo largo de varios lustros y culminó en una composición múltiple: Quinteto de Mogador: formado por En los labios del agua; los jardines secretos de Mogador; La mano del fuego; Nueve veces el asombro y Los nombres del aire. Desde junio de 1996, éste y los otros libros del Quinteto han sido publicados por Editorial Alfaguara.


Algunas de las ediciones de LOS NOMBRES DEL AIRE que han volado por el mundo.



Post data:

Un fragmento de la lectura, vía Periscope














La historia de mi tatuaje mogadoriano

Me encuentro en Instagram esta bella historia de Olga Rosenberg, alias @okhalessi. Para seguir coleccionando esta extensión del Quinteto de Mogador en la piel de sus lectoras.




La Historia de mi Tatuaje

por OLGA ROSENBERG

"Un tatuaje es un statement. Una afirmación de quien eres, de tu yo más profundo, de tu destino elegido y tus deseos del alma. Un tatuaje te marca la piel, claro, pero estoy convencida que antes de eso, la representación de ese dibujo o en mi caso esa caligrafía, ya te había marcado el alma. Un día, como a los 16 años leí un libro que me marcó por completo. Los nombres del aire de Alberto Ruy Sánchez. Ese libro se convirtió para mí a lo largo de los años en un templo, en un lugar de continuo retorno, en un hogar en el mundo idílico. Como a veces pasa con la literatura, pude reconocerme una y otra vez en la protagonista, Jassiba, y en su búsqueda. Pude leer en el fondo de esas letras, mi propio camino, que en ese entonces apenas intuía.Después, Alberto escribió 4 libros más, un quintento acerca del deseo.      En el libro Los jardines secretos de Mogador aparece, maravillosa, esta caligrafía árabe que ahora llevo tatuada en rojo. Significa, literalmente “Nosotros somos el Jardín.” El jardín del deseo, el jardín en donde palpita la vida y la sensualidad escondida en todo. No puedo ni empezar a explicar toda la riqueza de esa obra. No puedo más que rogarte que la leas.      Pasados los años me descubro definitivamente el cuerpo marcado por la vida. ¿O la vida marcada en el cuerpo? Muchos momentos de dolor y algunos milagrosos. Esas marcas y cicatrices me recuerdan quien soy y que me ha traído hasta aquí.        Lo que no tenía, hasta hoy, era una marca que hablara sobre mi fuego interno, sobre mi pasión por la vida. Mi convicción de que somos vida, somos un jardín floreciente. Con semillas en potencia, que no se ven pero se riegan. Con flores maravillosas, con ciclos de vida y muerte. Con deseos palpitantes, con pasiones desbordantes, con calor. Que somos vida. Una vida que es pecado vivir vacía. Que somos deseo que se transforma y crece, como las semillas y las flores. Que "Nosotros somos el jardín" y el deseo por vivir apasionadamente, el jardinero."  Olga Rosenberg

En la biblioteca


 LEER+, la revista de Librería Ghandi: 
me hace algunas preguntas frente al librero:










EL QUINTETO AMOROSO


Por Lydia Cacho

Esa noche en Bellas Artes él no quería un homenaje. Le convencimos de que aceptara porque es un sonámbulo que enamora a las mujeres, que seduce a los hombres desprejuiciados, que irrita a los machistas y deja mudos a los discapacitados amorosos.
         Sobre Alberto Ruy Sánchez dijo Octavio Paz: “Su novela Los nombres del aire, es una sorpresa. No invención de un lenguaje sino un lenguaje inventor de atmósferas insólitas”. Es intelectual de una pieza, un escritor que ha elegido el camino más difícil de la literatura: el luminoso. Alberto no se detiene en el manido camino de la erótica que navega entre la putería afrancesada de satén rojo y los látigos sadomasoquistas de cliché. Por el contrario, este intelectual amoroso ha dedicado una parte de su vida a explorar el deseo, no solamente, como muchos creen, el deseo carnal y evidente; el deseo del todo como uno más de los sentidos que justifican nuestra existencia.
          Su nuevo libro, Quinteto de Mogador, representa una poética excepcional. Algunas dirían que es incluso uno de los más importantes poetas feministas, porque ha creado una escuela de la exploración del deseo que trasciende todos los constructos culturales del machismo y el hembrismo. Alberto no se ocupa de la violencia y la dominación como elementos erotizantes, reinventa una nueva mirada que profundiza en el deseo como herramienta vital de la búsqueda profunda de lo humano.
           Como buen alumno de Roland Barthes, Alberto estudió en su juventud Fragmentos de un discurso amoroso y sentó las bases para su búsqueda con lo que él llama los “expedientes principales del deseo”: 
  • El deseo femenino; 
  • el deseo masculino; 
  • el deseo de crear un paraíso del deseo
  • y el deseo de construir un lugar de elección en el mundo cambiante del deseo.

           Cada vez que algún amigo se siente perdido, solitario, melancólico, le regalo algún libro de Alberto. La última vez que una joven amiga se fue a la India a buscarse a sí misma me pidió que le regalara un libro, puse en sus manos Los jardines secretos de Mogador. Un estudiante de 20 años que me dijo que su vida no tenía sentido recibió Los demonios de la lengua y decidió escribir su dolor en lugar de buscar la muerte. Una querida amiga actriz tiene como libro de cabecera Elogio del insomnio y lo presume como a un hijo recuperado de la guerra.
            En un país lleno de miedos, de resentimiento, de angustias por la violencia y su hermana la impunidad, donde el desasosiego se instala en cada sobremesa, Alberto, el intelectual, el conferencista, el ensayista a quien Octavio Paz admiraba como a pocos, nos lleva de la mano por los caminos más vitales a preguntarnos aquello que olvidamos en el atareo cotidiano. En Quinteto de Mogador se integran las voces de la búsqueda, el asombro, la soledad, la magia, el sueño melancólico y las razones para existir a pesar del mundo raro en que habitamos. 
            Son muchos libros en un solo volumen y en sus páginas cabemos todos y todas, nuestros deseos y añoranzas, los miedos y los sueños más insólitos, las preguntas que los hombres callan, las respuestas que las mujeres ocultan. Su literatura nos recuerda que somos seres deseantes, nos acerca a la vida que importa, ésa en que nos miramos y nos tocamos para existir de nuevo.

El diálogo de Lydia Cacho y Alberto Ruy Sánchez en Bellas Artes el 8 de septiembre del 2015:  AQUÍ

SER JARDÍN SECRETO


































Con enorme alegría y siempre como una bella sorpresa compruebo cada día cómo crecen las lectoras, sobre todo pero también los lectores, que se apropian del mundo de formas del deseo que ofrece cada libro del Quinteto de Mogador. Las caligrafías que llevan los personajes del libro han emigrado afuera del libro y se han multiplicado en los cuerpos de quienes se convierten en habitantes del mundo deseante de Mogador. Ahora he recibido esta bella imagen que me envía Juls Barrales y yo se lo agradezco. Me parece muy bella y sugerente. Como cada persona ha tenido diferentes razones para que encarnen en su piel las caligrafías mogadorianas yo le he preguntado las suyas y me ha escrito:
             
         "Hace ya más de una década que tuve en mis manos el primer libro  que me llevo a querer conocer más sobre tus novelas, así que comencé mi colección con Los nombres del aire pero el que más me ha llenado de sensaciones fue tu libro Los jardines secretos de Mogador y lo he dejado muy claro al tatuarme una de las caligrafías de Hassan Massoudy. En ese entonces no había un jardinero, así que la decisión de tatuarme no sería por un hombre, sería por mí y para mí y  cuando llegara mi jardinero yo lo sabría.  

Con el paso del tiempo estaba segura de haber encontrado, por fin, mi jardinero,  mi compañero, mi cómplice en la búsqueda constante de sensaciones. Alguien que me llenaba de alegrías y placeres,  y aunque me hubiera gustado un final como el de Jassiba, sé que solo es cuestión de tiempo para que mi verdadero jardinero aparezca.
La caligrafía que dice “Nosotros somos el jardín” es algo que llevo muy presente. Tarde casi 8 años en decidir hacérmela  y este año por fin lo hice. Tengo ahora este pequeño detalle que me recuerda que,  al ser jardín, soy poseedora de vida, de placeres, de esperanza, de asombros: sorpresas gratas y a veces no tanto pero que al final me dejarán un aprendizaje. Gracias y un fuerte abrazo.
                                                                                                  
Juls Barrales