Ritual de invocación de un erotismo lúdico

Mi amigo Jorge S. escribe en su blog sque estuvo ayer en la Estación Indianilla presenciando los preparativos y ensayos de la presentación de mi nuevo libro este 20 de febrero 2008.

"Fiesta de presentación de La mano del fuego, de Alberto Ruy Sánchez. Editorial Alfaguara, México.Así como los libros de Alberto Ruy Sánchez son experiencias y no relatos de experiencias, la presentación de su más reciente novela La mano del fuego promete ser una experiencia inolvidable. El autor, que es también editor de la revista Artes de México, ha montado todo un festival de arte lúdico y erótico a propósito de este libro que todavía no ha sido lanzado formalmente y ya va en su segunda edición.
El lugar donde todo eso sucede es en sí mismo un espectáculo: una inmensa y antigua estación eléctrica donde se producía la corriente de los tranvías de la ciudad, acondicionada desde hace unos meses de manera muy moderna para mostrar obras de arte y que ya se va conviertiendo en el lugar más solicitado de México: el Centro Cultural Estación Indianilla. Caben unas dos mil personas. Todas las obras expuestas tienen una relación con el contenido del libro. A la entrada del lugar, casi sobre la banqueta, nos recibe una inmensa reproducción del polémico cuadro de Courbet El origen del mundo, un pubis tupido, pintado sobre un brincolín o tumbling de cuatro metros de lado, donde los asistentes pueden brincar mientras son tomados por una cámara cenital que proyecta sobre un muro y sobre cuatro pantallas la imagen del visitante descontrolado sobre ese sexo enorme. Es una obra del joven artista, Angel Ricardo Ríos. Y quienes brincan recuerdan la situación extraña e inestable, muchas veces ridícula e incontrolable, casi siempre lúdica, en la que se encuentra con respecto al sexo femenino el protagonista de La mano del fuego en cada capítulo del libro.
Apenas entrando al edificio se abren a nuestros pies unos labios enormes: una inquietante y bella vulva de cuatro metros dibujada con pétalos de rosas por la artista Rosa Borrás. El interior es de rosas muy rojas, casi sangre. Recuerda la insistencia que hay en el libro por pensar a la mujer amada como una revelación estética que nos rebasa, una realidad tremenda que nos mueve hacia ella mientras nos conmueve. Recuerda también a la protagonista de Los jardines secretos de Mogador, Jassiba, que llevaba en la mano tatuada un puño de pétalos de rosa cuando conoce a su amante en el mercado de Mogador.
Un poco más adelante nos recibe un tendedero de calzones donde, haciéndode eco de un pasaje de La mano del fuego (p.68) el joven ceramista Eduardo Colín le pide a las y los visitantes que le presten sus calzones para empaparlos en barro y caolín, ponerlos a secar y más tarde meterlos al horno para convertirlos en cerámica y así regresarlos transformados en obra de arte. Este Tendedero de fetiches convierte en objeto de culto a la ofrenda íntima que alguien puede hacer de sus calzones.
Dentro del inmenso salón dos pantallas proyectan un video realizado por Dora Guzmán que muestra a Mogador, la ciudad de Marruecos donde suceden las novelas de Ruy Sánchez desde hace veinte años y que muy pocas personas en México han visto, creyendo siempre que se trata únicamente de una ciudad imaginaria. El video se interrumpe y la luz se concentra en una orilla del tendedero donde la reconocida coreógrafa Tatiana Zugazagoitia se quita los calzones y comienza una improvización espectacular que termina en el escenario alrededor del autor en una danza incierta e intensa, como las que aparecen en el libro. Hace unos años ella realizó el espectáculo Tardes de Mogador, con el que ganó varios premios internacionales de danza.
Sobre unos andamios, el autor y dos mujeres comentan brevemente La mano del fuego. Es su editora, Marisol Schultz, y la novelista Verónica Murguía, quien es además personaje del libro. Ella analiza, entre otras cosas, el hecho extraño de que los amantes terminen convertidos en una pieza de cerámica, una obra de arte. Cuando terminan de hablar surgen de entre el público las ocho bailarinas del grupo Audanza, de Auda de los Cobos. Se repliegan hacia el escenario y bailan tres apasionadas canciones populares con movimientos francamente inquietantes y estéticos. Entre cada uno se escuchan frases de Ruy Sánchez sobre el amor y la danza.
Al terminar, otro breve video experimental, realizado por Luis Rodríguez, despliega imágenes alrededor del deseo, haciendo referencia a los cinco libros de Alberto Ruy Sánchez que forman este ciclo de Mogador completado por La mano del fuego y que incluye Los nombres del aire, En los labios del agua, Los jardines secretos de Mogador y Nueve veces el asombro. Sobre el escenario, dos enormes dibujos de Brian Nissen muestran a dos parejas haciendo juegos de amor con las manos mientras se enredan o tocan la flauta. Imagen de lo que sucede anímicamente a los personajes de La mano del fuego. Al pie de estos dibujos se colocará un artista del tatuaje, Julián Silva, para que quienes quieran puedan llevarse un recuerdo de esta fiesta sobre la piel en forma de un fugaz tatuaje dibujado con henna. Como los que en estas novelas usan las mujeres de Mogador sobre todo el cuerpo pero especialmente en la ingle.
Al final, como es costumbre en las presentaciones de Alberto Ruy Sánchez, se baila salsa hasta que el cuerpo aguante. Se prevee que en esta celebración de veinte años de libros sobre Mogador, estén presentes varias de las mujeres que le han contado al autor sus deseos y que en gran parte han inspirado los numerosos y sugerentes personajes femeninos que cuentan y viven el deseo en Mogador."