DEL PODER DE LA TINTA
La pasión tatuada
por Eugenia

Seguido por las historias y los tatuajes de Cecilia, Carolina, Mariana y Silvia

Mi amiga, la escritora y traductora Eugenia Noriega, autora de ese cuento bello y perturbador llamado Inmaculada, me sorprende de nuevo. Ahora con una huella profunda de su pasión en la piel: de la tinta bellamente trazada que literalmente se vuelve sangre. De la sangre que se vuelve tinta. Es decir, tatuaje. 
     "Tinta tenaz y tajante que corre de las páginas a la piel", dice Eugenia. Porque fue tomada de un libro para ser dibujada sobre la piel. Pero no es cualquier tatuaje: es justamente un tatuaje en caligrafía árabe, creada por un gran maestro del oficio: Hassan Massoudy. Autor de una escritura contemporánea y tradicional que en sus mejores momentos es a la vez obra de arte y búsqueda espiritual a través de la plenitud corporal. Esa búsqueda se intensifica al volverse parte del cuerpo, de la escritura total que es el cuerpo.
     Tatuaje y caligrafía se convierten entonces en dos rituales cifrados. Cuentan sus historias a fondo tan sólo a aquellos iniciados, a los elegidos por la lógica incontenible y hasta delirante del deseo y el amor.
      En el ámbito alterado de los amantes de Mogador, la caligrafía es labor de quienes desde ese delirio amoroso se vuelven visionarios del deseo. Y ponerse una caligrafía en el cuerpo es además visión de "Sonámbulos": de miembros secretos de esa casta de hipersensibles al deseo, descritos, estudiados e invocados en las cinco novelas que forman El quinteto de Mogador: Los nombres del aire; En los labios del agua; Los jardines secretos de Mogador, voces de tierra; La mano del fuego; Nueve veces el asombro.
     Eugenia me envía esta fotografía del tatuaje que se ha puesto en la parte más alta de la espalda. Es la palabra pasión trazada en árabe por ese gran calígrafo que ella cita. Y es como una hoja otoñal que cuelga con gracia y a la vez como una llamarada doble que se levanta y se mete en una espiral. 
      La espiral y la llama juntas forman además una elipse dinámica, ardiente. Orbita compleja de dos centros distintos que se entrelazan. Me transmite sin duda la impresión del fuego de la pasión cuando entra en el cuerpo deseado y deseante.  
     Me hace pensar también en las variaciones y etapas de la pasión descrita: "1. La pasión, realidad de los sueños; 2. La pasión, fuego vital, fuego mortal; 3. La pasión, memoria dolorida." que -de la página 35 a la 80- constituyen el segundo capítulo de La mano del fuego.  Donde se afirma que, como una caligrafía que admite múltiples lecturas, "Cada situación amorosa es una estrella de mil puntas. Puede ser descrita de maneras muy distintas y desde ángulos siempre cambiantes."
    Al mismo tiempo, cada caligrafía tatuada, no sólo está escrita en primera persona, habla de quien la posee y quien la posee es quien habla. Su significado es un código que esa persona tiene y que es flotante: si  ella quiere puede irlo modificando según los nuevos avatares de su vida. Ella es la dueña también de su sentido. De sus sentidos posibles.
   Al final de aquel capítulo, el amante distraído descubre, muchos años después, que su amante, al abandonarlo, le salvó la vida aunque lo dejó sin amor. Y piensa: "Tal vez entonces yo hubiera sentido, de manera inocentemente trágica, que más vale la pena morir amado que vivir sin amor. (...) Ahora no me cabe duda, vale la pena vivir porque, con paciencia y un poco de ciencia, tanto el deseo como el amor son aves que pueden renacer de sus cenizas. Son memoria viva en el cuerpo enamorado. Y hasta los muertos y los ausentes y los amados inaccesibles renacen, si se tiene suerte, en otros cuerpos por algún tiempo. Aunque estos nunca lo sepan. Y, a veces, ni siquiera nosotros, los deseantes, lo sabemos con certeza. También por eso somos Sonámbulos." (p.79)
    Parece que esta caligrafía de Eugenia estuviera colgando de un collar imaginario, irrompible, irremplazable. Del que sólo ella tiene las claves flotantes y sus renacimientos. Parece también que esa llama va trepando poco a poco hasta la nuca, levemente despeinada por el torbellino de besos que precede el paso de la pasión por ahí. 
     Eugenia ha escrito, acompañando su foto, esta reflexión palpitante:

                          DEL PODER DE LA TINTA
Cuando veo un tatuaje en el cuerpo de una persona no puedo resistir la tentación de preguntar qué significa, qué historia encierra.  Claro que no falta quien despierta después de una desafortunada noche de farra con un Piolín en una nalga y sin recuerdo alguno del incidente, pero creo que en la mayoría de los casos la decisión de tatuarse trae consigo una carga fuerte de sentimientos y símbolos.  Un tatuaje puede ser un hito, un ancla, una promesa, una brújula.  Lo hacemos para recordar eso que no queremos olvidar nunca.  Un amor, un momento, un sueño… o sólo algo que nos gusta.  Algo que habla sobre nosotros, sobre lo que somos y lo que queremos ser.  El tatuaje se yergue en medio del tiempo como una roca en medio de un río, inmutable, indeleble.  Y años después, sobre una piel completamente distinta, sigue repitiendo con tenacidad el mensaje que se le encomendó.  La mariposa aletea: sé siempre libre, no te dejes atrapar. El dragón susurra con su aliento cálido la magia existe, todo es posible.  Un ancla en el tobillo mantiene a su portadora con los pies firmes sobre la tierra, aunque tenga la cabeza en las nubes. Cada historia es fascinante.  Hasta la del Piolín. Y el tiempo le da a cada una nuevas dimensiones y matices, dejos de ironía, de sino, de nostalgia, de las mil historias más que se van acumulando sobre ésa que se plasmó en tinta.  La tinta tiene vocación de permanencia en un mundo destinado al cambio.  Se rebela contra la fugacidad de cada instante. En un tatuaje, en un libro, la tinta le da cuerpo y vida a una idea, a una obsesión; construye un puente a través del cual dos mentes pueden unirse y comulgar, jugar, esconderse, desnudarse, amarse. La tinta puede ser una máscara y también un espejo. 
  Tengo tatuada en la espalda, con tinta roja, una caligrafía de Hassan Massoudy.  La encontré en el libro En los labios del agua, de Alberto Ruy Sánchez. Ese libro fue para mí el primer paso de un camino largo y fascinante que me llevó de la penumbra a la luz, a un fuego que me incendió y me llenó de vida. De magia. Y mi tatuaje arde abajito de mi nuca como una antorcha para que ese fuego jamás, jamás, se apague en mí. Sus trazos curvos y lúdicos de serpentinas y hoja de árbol a la vez esconden y gritan la palabra PASIÓN Es inquieto, lo siento a veces bailando en mi piel; es un tatuaje lleno de historias y motivos y secretos.  Igual que los libros, los tatuajes son experiencias personalísimas, muy, muy íntimas.  Nadie puede vivirlos con nosotros.  Esos puentes que tiende la tinta sólo los podemos recorrer en soledad. Pero algunos libros tienen una vocación tan fuerte, tan decidida, que pueden trastornar y transformar a más de una persona. A muchas. Las experiencias de cada lector son radicalmente distintas, pero existe algo más, algo de fondo que nos une. Este fuego que me quema ya lo he visto arder en otros ojos, en otras pieles. Hay tantas caligrafías de Massoudy que a través de los libros de Ruy Sánchez se han convertido en tatuajes, que el calígrafo incluso ha dicho en broma "Si esto sigue así llegará un momento en que habrá más obra mía sobre la piel de las lectoras de Mogador que sobre papel". Massoudy dice “lectoras” pero yo he visto a más de un lector dejarse consumir por esta deliciosa obsesión.  Cada quien encuentra su signo y lo hace suyo.  A partir de los cinco libros de Mogador se ha creado no sólo una Casta, la de los Sonámbulos, sino un mundo vivo y pleno, que a tantos nos ha dado el cobijo y el consuelo de saber y sentir que no estamos solos.  Ya se sabe que el alma y el aliento de este universo es el deseo, pero su sangre es la tinta. Tinta tenaz y tajante que corre de las páginas a la piel. Y de regreso, cuando alguien escribe sobre los tatuajes, como ahora.
                                                                                                  Eugenia Noriega

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El lúcido comentario de Eugenia Noriega puede servir de prólogo a otras historias, algunas de las muchas que me han enviado con fotos de tatuajes mogadorianos. Como éste de una caligrafía de Massoudy que figura en Los jardines secretos de Mogador, y que la bella Silvia me hizo llegar hace unos meses, Silvia a Secas, como le gusta su nombre desde que su tatuaje le permitió "rescatarse", como ella dice. Para Cecilia, su tatuaje fue la antesala o el umbral de un nuevo paraíso deseado con fervor y finalmente alcanzado. O la historia de María Fernanda, psicóloga, que con un tatuaje simboliza un laborioso exorcismo de sus miedos. O la de Carolina, que copió a mano en sus cuadernos durante años jardines secretos de sus afectos en palabras  y en caligrafías para culminar sembrándolas en su cuerpo. Algunas otras ya figuran en este blog. Como las maravillosas de Karla en "La vida y la obra como una sola caligrafía", las de Ana Laura, en "Collar del deseo, tatuarse el viento", o la de la modelo y lectora anónima de "Tatuajes que florecen"
Vendrán luego muchas otras historias significativas. Cuando publiqué en Facebook el vínculo hacia este texto de Eugenia hubo muchísimas reacciones. En una de ellas, Joyce Buccio  comenta: <<Fascinantes relatos, entiendo perfectamente el poder de las letras y los sentimientos íntimos que puede generar una idea. En esta post modernidad un tatuaje nos interna al origen atávico. Nos recuerda la permanencia de un "no olvido". Nos aferra a una constante y nos aleja de un leve "te quiero">>.

     La novela En los labios del agua tiene como protagonista a un calígrafo: Aziz el viejo. Un meticuloso artesano de la escritura árabe que dibuja letras con maestría inigualable. Su actividad creativa, lo que dibuja y escribe de manera tan singular, se vuelve metáfora de lo que quiere ser la escritura de ese libro y de todo el Quinteto de Mogador: una forma nueva, recreada en la adversidad, artesanalmente bella y muy significativa. Forma que es contenido.

     El calígrafo también ve en sus cartas enviadas a la amada, perfectamente dibujadas, la forma de su deseo por ella: sus letras son como él: voluptuoso y controlado.
La caligrafía en el mundo árabe es vista como una red de significados secretos que necesariamente se manifiestan como escritura de dios. Y aparecen con frecuencia a través de los sueños. Una caligrafía soñada puede ser considerada una premonición que debe ser descifrada meticulosamente. Labor de visionarios y sonámbulos. 
     Una pieza de caligrafía árabe es a la vez un sonido, un valor numérico, un texto y una forma plástica. Cuatro caminos certeros para que avance la caligrafía en nosotros, su significado múltiple y su fuerza. La caligrafía hace evidente la relación entre la escritura y el cuerpo, tanto de quien escribe como de quien lee. 

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EL TATUAJE:
LLAVE EN EL UMBRAL 
DE TU FUTURO








Hola Alberto, quiero compartir contigo la foto de mi tatuaje, sacado por supuesto de tu libro Los Jardines secretos de Mogador. Me tomó algo de tiempo decidirme a compartirlo contigo, pero ¡ea! aquí va. Sólo puedo decirte que tu libro, y el correspondiente tatuaje llegaron a mi vida en un momento de catársis muy grande. Me habían dicho que no podía tener familia y mi pareja acababa de dejarme. Estaba como una loca tratando de encontrarle sentido a mi existencia y entonces llegaron tus palabras y las imágenes inolvidables de la caligrafía de Hassan Massoudy. El día que me hice el tatuaje me acompañó una querida amiga -eso tenemos en común tú y yo, a la señora Alicia Ahumada- y ella me dijo: "Ya solo te falta el jardinero"... Un par de meses después de ponerme el tatuaje supe que estaba embarazada y con mi pequeña bebé también llegó mi jardinero. Ahora estamos juntos, tengo una familia hermosa, soy feliz y cargo conmigo, muy cerca del ombligo y del centro de mis deseos, el secreto de tus jardines secretos de Mogador. ¡Muchas gracias!
Cecilia G. Juárez

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SILVIA A SECAS Y SU TATUAJE
"Te cuento que para mí fue como "empoderarme": como el inicio de recuperarme. Silvia a secas, sin pertenencias de ningún tipo ni roles, más que el de mí misma.  Silvia desde pequeña fue la apartada de la familia, por que ella así lo decidió. Es la más chica de cinco hermanos. Familia disfuncional viviendo en aparente tranquilidad. El lema de "aquí no pasa nada lo tenían todos ¨tatuado¨en la piel.  Sus hermanas mayores se enamoraron locamente y se fueron con el novio a no tan temprana edad. A Silvia los padres la tenían catalogada como la sensata de la familia. La del novio de toda la vida. Un hijo más para ellos, así lo veían. San novio y San sentada tenían que casarse para salvar el honor de la familia. Silvia cedió todo el poder a los otros. A los padres y después al marido que dirigieron su vida. Dirigían y no. Silvia se creía esa etiqueta pero lidiaba con su verdadera esencia. Detrás de la Silvia sensata está una mujer ardiente, rara y loca, intensa.  Lidió durante muchos años con esas dualidades. Era intensa y a la vez pasiva, necesitaba que los otros la hicieran arder. Hasta que dejó poco a poco salir a la Mujer, a esa Silvia a secas que tanto se gusta y acepta que lo de ella no es ese mundo de ¨buenas costumbres¨ y de pasos agigantados. Para Silvia la felicidad radica en el goce de las cosas simples, en el disfrute tanto de la tristeza como de la felicidad. Le pasaba siempre por la mente hacerse un tatuaje. No se atrevía por el sermón dominical de su madre: ¨Las mujeres decentes no se tatúan." ¿Pero por qué si el ser es más que un tatuaje? se decía Silvia. En fin, llegó a ella esa lectura y así fue descubriendo y aceptando su naturaleza . Decidió tatuarse ¨Jardines íntimos y mínimos.¨ Allí empezó a recuperar su poder sobre sí misma. Con mil situaciones por resolver. Su esposo duró dos semanas sin hablarle. Allí confirmó que dominar a su mujer sería un reto: ja ja, después de diez años de matrimonio apenas empezaba a conocer a la mujer que habitaba en Silvia, la supuesta sensata. Su madre se enteró después de dos años de la existencia del tatuaje. Casi se desmaya al verlo. Su amado lo llegó a delinear con los dedos y la lengua. Su tatuaje fue el detonante que provocara una historia de amor a la sombra. Así las cosas con Silvia a Secas. Gracias por esta catarsis."
                                                                                   Silvia

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DE INQUIETUDES Y TEMORES
 Te cuento un poco: espero poder sintetizar todo ese proceso que me llevó a tatuarme y lo que ha representado desde entonces. Cuando tenía cerca de 20 años descubrí un libro tuyo titulado De cuerpo entero, que por muchas razones tiene un gran significado en mi mundo interno y mis raíces. Quedé enamorada de la sensualidad con la que tus palabras envuelven. Posteriormente me devoré Los nombres del aire y esperé con una necesidad difícil de plasmar en palabras, el siguiente libro que me volviera a llenar de pasión e ilusión. Entonces, llegó En los labios del agua, que se convirtió en mi libro de cabecera. Leía una y otra vez los sueños que incluyes en el libro, y por razones que aún desconozco, aliviaban la tristeza que me ha acompañado en muchos momentos de la vida. Creí que no habría otro libro que lograra eso, pero entonces llegó a mis manos Los Jardines secretos de Mogador y volví a experimentar esa hermosa sensación que cada una de tus palabras ha logrado en mí. Al ver las caligrafías recordé que desde muy joven había querido tatuarme pero no había encontrado algo que me representara. Y en ese momento no lo hice. Algunos años después compartí mi vida con alguien y decidí separarme, llena de miedo, sabiendo que quedarme ahí sería renunciar a mis ilusiones y a lo más importante: la pasión por la vida. Fue la decisión emocionalmente más difícil que he tomado. Sentía un miedo paralizante y al mismo tiempo un gran deseo de seguir, de vivir, de sorprenderme y de encontrar a ese otro que viviera con la misma pasión con la que yo necesito vivir. Estuve muy cerca de mi familia y un primo amante de los tatuajes me dio ese pequeño empujón que necesitaba. Veía las caligrafías en el libro una y otra vez y aunque había muchos significados que me gustaban, el que elegí fue uno del que no podía quitar la mirada, así que decidí que formara parte de mi para siempre. Todo este proceso emocional fue acompañado de un análisis profundo que como psicóloga llevé por muchos años: Entonces descubrí que durante los meses anteriores al tatuaje, mi trabajo interno se había enfocado en reconocer mis miedos y como éstos me paralizan y reconocer todas esas inquietudes que tenía. Ahora creo que el tatuaje es una clara representación de parte de mi mundo interno y un recordatorio de cómo el miedo siempre me acompañará.  Y que tengo que recordarlo para enfrentarlo y no dejar a un lado todo aquello que me apasiona y que me llena de vida. Así que el tatuaje “DE INQUIETUDES Y TEMORES” simboliza una parte de mi inconsciente que no puede volver a la obscuridad.

                                                            Mariana Hill



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SEMBRAR JARDINES SECRETOS
 EN EL CUERPO

"Verás, un amigo recibió tu libro como un regalo muy preciado cuando estábamos en la escuela preparatoria. Tan preciado era que sólo me dejaba leerlo entre clases y copiar las caligrafías que los dos nos pintabamos. Los márgenes de mis cuadernos tenían párrafos de tu libro escritos por mí y el amigo nunca me soltó el libro, ni una tarde completa siquiera. Lo busqué por esos días en librerías y no lo encontré en ninguna. Con el tiempo desistí y sólo me quedé con el recuerdo de aquella complicidad. En el verano de este año mi amigo pasó un fin de semana en casa. Venía de un viaje y traía consigo Los jardínes secretos de Mogador. Cuando lo vi de nuevo le mostré que aún conservo las anotaciones de mis cuadernos. Había tirado la mayoría de los cuadernos pero arranqué esas hojas para conservarlas y las releímos juntos. Al despedirse le pedí prestados Los jardines secretos y por fin se me hizo tenerlos conmigo unas noches. Al tercer día me escribió diciendo que me lo obsequiaba por nuestra amistad de tantos años. También mencionó que no podía estar en mejores manos que las mías que habían dedicado mucho tiempo a copiarlos y dibujarlos. Y es así más o menos como vine fraguando la idea de plasmar esos jardines secretos de una vez por todas en mi cuerpo. Me da gusto que te haya agradado el tatuaje y también aprovecho para agradecerte por esas páginas y por todo lo que vino con ellas. Por lo menos mi amigo y yo nos enamoramos de ellas y de sus letras, de sus dibujos y de sus fantasías que hicimos nuestras. Te mando un fuerte abrazo."
                                                   Carolina Sosa

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