LA JAMSA: UN ANTIGUO SÍMBOLO DE CONVIVENCIA ENTRE ÁRABES Y JUDIOS


En el extremo del mundo islámico que se conoce como Maghreb (que significa Occidente en árabe), hubo durante varios siglos algunas experiencias de intensa convivencia entre árabes y judíos. Una de las más importantes sucedió en Mogador, ahora llamada Essaouira, sobre la costa Atlántica de Marruecos. André Azoulay, Consejero del Rey de Marruecos y único judío en el gabinete de un gobierno árabe, y con mayor jerarquía que un ministro, me dijo hace algunos años: "En Mogador la misma nodriza alimentaba a un niño judío y a un niño árabe."
Desde el siglo XVIII un alto porcentaje de la población de Mogador era Judía, tanto de origen Sefaradita, de Europa central y España, como de origen Ashkenazi, de Europa del norte. Y eso fue planeado por un sultán árabe que deseó que su ciudad, el puerto de Mogador, se convirtiera en un nudo importante en la red de comercio que unía al norte de África con Europa por mar y con el sur del Sahara por tierra, por medio de las caravanas. Y durante muchos siglos lo fue. Uno de los más bellos cementerios judíos del mundo se encuentra en Mogador y está al lado del mar. La artesanía de la plata, una de las que fueron importantes en la ciudad, durante muchos años fue una actividad tanto de árabes como judíos. Y ahí se hacen muchas de las más bellas manitas de plata, los amuletos que llamamos Jamsa. Siendo un signo islámico que representa a la mano de Fatma, la hija del profeta Mahoma, tiene con frecuencia la estrella de David en la palma de la mano, mostrando un profundo mestizaje incluso en la cultura de la magia. Sirva entonces este amuleto para desear, como tantos, lo que ahora parece imposible: que acabe el odio, la sed de venganza y la violencia entre ambos pueblos.
Cada vez que crece la tensión de árabes contra judíos en el medio Oriente, se refleja con muestras de violencia popular antijudía incluso en Marruecos. Pero el año pasado, ante una manifestación de fundamentalistas islámicos, el actual rey de Marruecos, Mohamed VI, declaró con firmeza lo mismo que declaró y sostuvo su padre, Hassan II durante varias décadas y lo mismo que declaró su abuelo, Mohamed V, cuando en los años cuarenta se negó históricamente a dar a los nazis que ocupaban Francia, y por lo tanto controlaban Marruecos antes de su Independencia, la lista de judíos que el gobierno de Petain le exigía. Cada uno de ellos afirmó: "Judíos, católicos e islámicos de Marruecos son antes que nada súbditos del reino y no toleraré nada que atente contra la persona, el patrimonio o la reputación de los súbditos de Marruecos, sea de la religión que sea." El hecho de que los reyes de Marruecos sean de la familia Alaoui, descendientes directos de Mahoma, les da autoridad sobre cualquier imam fundamentalista y les permite ejercer esa salvaguarda excepcional. En este amuleto de mano abierta, la Jamsa, los simbolismos compartidos que confluyen muestran la posibilidad de otra concepción del mundo y de la vida cotidiana donde nada, ninguna creencia, ninguna reivindicación racial o polítican ningún ideal, ninguna utopía siquiera, justifique matar a otros o matarse por su causa.
(Timbres del Norte del Reino de Marruecos, entonces territorio español en parte, con estrellas de David, en 1898. Picando en la imagen se ve más grande y nítida).